¿La obesidad es una enfermedad genética o deriva de malos hábitos?
Actualmente en nuestra sociedad existe un porcentaje alto de sobrepeso/obesidad desde nuestra población más joven hasta nuestros mayores. ¿La causa de todo ello? No puede vincularse a un único motivo ya que diversos estudios muestran que en nuestra forma de comer influyen factores genéticos (desde patologías a hábitos familiares), factores sociales (nuestra cultura se sienta siempre alrededor de la mesa cuando nos juntamos con familiares y amigos) y factores externos (estrés y
emociones). Todo ello unido a que se le dedica poco tiempo a elaborar comidas (por falta de tiempo o de ganas), se ha dejado de lado los productos frescos y se han sustituido por productos envasados o incluso ya elaborados para preparar en cinco minutos en el horno o el microondas.
La obesidad: ¿genética o malos hábitos?
Actualmente, la obesidad se ha convertido en una epidemia a nivel mundial, especialmente en los países en donde se ha incrementado el consumo de los alimentos con un bajo valor nutricional.
Existe una hipótesis plantea que tenemos un gen “ahorrativo”, que es el que en el pasado le habría permitido a nuestros antepasados sobrevivir en épocas de hambre o escasez, cuando la disponibilidad de comida no siempre era segura, no estaba garantizada. Básicamente, estos genes hacen que las células grasas no consuman la grasa tan rápidamente, sino que la almacenen para tener reservas (y que nunca falte energía).
Otros estudios muestran que, esto es sólo una parte de las condiciones (genéticas y ambientales) que favorecen la obesidad, como ingerir más energía de la que nuestro cuerpo gasta, el sedentarismo o la falta de ejercicio físico (que actualmente experimenta una gran parte de nuestra población debido al cambio en nuestra tipología de trabajo con respecto a los trabajos del pasado), una
disminución de la capacidad de utilizar las grasas de nuestra alimentación como energía y el aumento en la capacidad de almacenar las grasas corporales (del cuerpo).
De todos modos, no todas las personas que vivan en condiciones similares serán obesas ni todas las personas obesas tendrán la misma distribución de grasas en el cuerpo ni sufrirán los mismos problemas de salud (no hay que juzgar a la personas ni a su salud por el volumen que tiene su cuerpo, quitemos ya esa etiqueta). Incluso dentro de un mismo grupo étnico, las reacciones son diferentes entre uno y otro miembro. Esto hace pensar que sí existe un factor genético (hereditario) que acompaña a las costumbres.
Varias investigaciones han encontrado que la obesidad está relacionada con factores genéticos, la dificultad se encuentra en determinar cuáles son esos factores genéticos y cómo actúan en el cuerpo. Durante las últimas décadas, los estudios y los descubrimientos varían y continúan, con el objetivo de poder encontrar nuevas formas de combatir la obesidad.
Además, hay investigaciones que demuestran que la actividad física puede invertir cierta tendencia genética a acumular grasa y a combatir la obesidad. Cuando decimos actividad física puede ser: andar, montar en bici, bailar, gimnasio, nadar…
Con respecto a la alimentación, es importante que aprendas a crear un hábito saludable (basado en nuestra alimentación Mediterránea y adaptado a las necesidades fisiológicas de cada uno), no sólo para combatir la obesidad sino también otras enfermedades y complicaciones de salud como la presión arterial, el colesterol elevado, los problemas del corazón, diabetes…
Influencia de la genética en la obesidad
Si imaginamos nuestro cuerpo como una figura de Lego, tendríamos distintas piezas y, para montarlas, hacen falta instrucciones. Si hay algún error, las piezas no encajan. El genoma humano (o ADN) viene a ser el manual de instrucciones genéticas que se encuentra en cada célula. Lo forman los 23 pares de cromosomas.
Cada conjunto de 23 cromosomas contiene aproximadamente 3,1 mil millones de bases de la secuencia de ADN, algo así como una larga frase con la descripción completa del organismo. Los genes son las palabras de esa frase. Como una función más dentro de nuestro cuerpo, una mala codificación en alguno de los mecanismos ligados a la nutrición puede hacer que algunas personas tengan más predisposición a la obesidad o a la hipercolesterolemia.
Una de las preguntas que más se repite en las consultas es ¿por qué ciertas personas tienen más dificultad para controlar su apetito y cómo ese factor puede derivar en predisposición a la obesidad? Una de las respuestas puede estar en el gen FTO, el famoso “gen de la obesidad”.
“Este gen codifica una proteína implicada en el funcionamiento de otros genes. Tiene una elevada influencia en el cerebro y ejerce una función importante en los mecanismos que regulan el apetito y el comportamiento alimentario. También se ha observado que modula el desarrollo del tejido adiposo y la acumulación de grasa”. Algunas variantes de este gen se asocian a una peor capacidad del cuerpo para sentirse saciado y a respuestas neuronales más fuertes hacia imágenes de comida, en regiones cerebrales involucradas en la regulación del apetito. Como consecuencia, podría existir una mayor predisposición a la obesidad y a la acumulación de tejido graso.
¿La tendencia a la obesidad es hereditaria?
Podríamos decir que numerosos estudios nos llevan a pensar que sí podría existir un factor hereditario. Dejando a un lado que ciertos genes nos predispongan a desarrollar determinadas patologías, mi enfoque se centraría mientras tanto en un enfoque nutricional y psicológico.
Si analizamos la primera herencia genética que tendríamos, sería desde el embarazo. El bebé se alimenta a través del cordón umbilical de la comida que toma su madre. Numerosos estudios muestran que la alimentación de la madre durante el embarazo puede evitar o fomentar el desarrollo de enfermedades al nacer.
Por tanto, el enfoque en la prevención de esta enfermedad, como es la obesidad, sería el fomentar una alimentación saludable (desde el punto de vista nutricional y psicológico) desde casa. Los niñxs comen por imitación, si en casa existen unos hábitos saludables los niños crecerán con esos hábitos y se prolongará hasta su edad adulta o incluso a cuándo éstos niñxs ya adultos tengan sus propios hijxs.
¿Se puede evitar la obesidad?
Dejando a un lado los recientes estudios sobre genes y patologías, diría que sí. Con la ayuda necesaria se puede proporcionar a las personas a adquirir unos hábitos saludables para evitar un exceso de grasa y como consecuencia enfermedades cardiovasculares (como es la obesidad). Es importante recibir ese apoyo nutricional, pero también lo es el psicológico. Es importante trabajar en el tratamiento y prevención de la obesidad desde el respeto a nuestro cuerpo, dejando a un lado la cultura de la dieta y el físico de la persona. No estamos hablando de números ni de etiquetas, estamos hablando de personas y de mejorar la salud desde el respeto hacia el paciente y a su salud nutricional y mental. ¿Cuál sería el enfoque? Empezar esa educación nutricional desde el embarazo de la mujer, pasando por las consultas de pediatría y continuando por los colegios.